Pensando en toda la comunidad terapéutica que acompaño y en que puedan aprovechar al máximo del proceso terapéutico que están viviendo, diseñé este breve listado de sugerencias que podrían ayudarte a sacarle más jugo a tus sesiones y a tu proceso. Recuerda que son sugerencias, puedes tomar solo aquello que te resuene y que consideres que puede servirte. Te las entrego con mucho cariño, espero que te sirva.
Las sugerencias
1. Asiste con regularidad a terapia.
Lo ideal es tener una sesión por semana o por quincena. Así, podrás sentir cómo las cosas van moviéndose conforme las vas trabajando.
Cuando asistes a terapia de forma esporádica o tus sesiones están demasiado espaciadas, no es que no haya movimiento, es que este se vuelve más difícil de percibir y, en el caso de ausentarte de tu proceso por más de un mes, el avance o movimiento se puede llegar a disolver si no este aún no está consolidado en tu vida cotidiana.
Si no te es posible asistir mínimo cada quince días, habla con tu terapeuta para que, en conjunto, diseñen estrategias para que puedas percibir y sostener el avance por tu cuenta. La posibilidad de esto dependerá de las características particulares de lo que estés trabajando y el punto de tu proceso en el que te encuentres.
2. Un día antes de tu sesión, tómate un momento para reflexionar -de preferencia por escrito- lo siguiente:
- ¿Cómo he estado respecto a lo trabajado en mi última sesión? (qué ha pasado, qué he hecho, qué he sentido y/o pensado, qué se ha movido, etc).
- ¿Cómo se relaciona esto con mi proceso en general? (qué clase de movimiento siento que estoy teniendo respecto a mi objetivo general).
- ¿Sobre qué quiero/necesito hablar/trabajar en mi siguiente sesión?, ¿cuál tema sería prioridad (como para empezar por ahí)?
- Si tengo algo muy largo que contar y no quiero usar todo el tiempo de mi sesión en eso, puedo escribir algunas frases que resuman las generalidades y, ya en sesión, basarme en mis notas al hablar y contar detalladamente solo lo que considero que necesita ser contado a detalle por su relevancia para mí o mi proceso. Incluso, puedo proponerme usar un tiempo determinado para contar el suceso (así podré ir administrando el relato y ser tan detallada como el tiempo que decidí destinarle, me lo permita).
- Si en mi última sesión me llevé un tema o ejercicio a trabajar, puedo hacer un resumen de lo que hice, cómo me fue con eso, cómo me sentí y cómo me siento ahora con lo trabajado. Así tendré más claridad al momento de hablarlo en sesión.
3. Durante tu sesión:
- Al iniciar, hazle saber a tu terapeuta sobre qué quieres hablar y si tienes decidido usar el tiempo de alguna forma específica.
- Toma nota de las ideas, reflexiones o elementos que consideres importantes.
- Expresa todas tus dudas, inquietudes o desacuerdos. La terapia es un espacio en el que se vale expresar y explorar estas cuestiones.
4. Después de tu sesión, ya sea el mismo día o al día siguiente:
- Date un tiempo y espacio para reflexionar sobre lo trabajado en sesión y plantéate cómo lo vas a ir integrando a tu vida cotidiana
- Si tienes algún ejercicio por hacer, busca en tu agenda el espacio y resérvalo.
- Si tienes dudas o inquietudes, házselas saber a tu terapeuta. Si es algo que se puede resolver por mensaje, que así sea. No esperes hasta la siguiente sesión.
5. Evalúa.
Siempre que lo necesites, puedes replantearte tus objetivos terapéuticos o hacer pausas para, en conjunto, evaluar qué avances o movimiento has tenido respecto a tus objetivos y hacia dónde quieres que se dirija tu proceso.
6. Lleva registro escrito.
Es muy recomendable que lleves un diario terapéutico, en el que vayas plasmando tus apuntes sobre tus sesiones, tus ejercicios, tus avances, tus dudas e inquietudes, tus emociones e ideas, tus conclusiones… Así podrás tener un registro escrito que te ayude a recapitular, retomar aprendizajes, ser más consciente y reflexionar sobre tu proceso.
7. Comprométete con la implementación y el seguimiento.
Para conseguir avanzar -y tener sensación de avance- es necesario que lleves a la práctica en tu vida cotidiana las cosas que trabajas en terapia. Ya sea que se trate de actos concretos en tu vida -como tener alguna charla, investigar algo…-, de revisar contenidos, hacer algún ejercicio práctico, poner atención a algo de ti o tu vida… Es importante es que te enfrentes en tu vida a la implementación de lo trabajado. Recuerda que la única forma de “hacerlo mal” es ni siquiera intentarlo. Incluso si tratas y por cualquier motivo no resulta, obtendrás información valiosa para tu proceso y sanación.
8. Comunica tus inquietudes.
Si consideras que alguna de las técnicas, ejercicios o estrategias de la terapia no te resulta útil o cómoda, háblalo con tu terapeuta para que pueda buscar otras formas de acompañarte que vayan más contigo y tu forma de sanar.
9. Cierra adecuadamente.
Ya sea que consideres que has logrado tus objetivos terapéuticos o que necesites hacer una pausa prolongada o dar por terminado tu proceso por cualquier motivo, lo ideal es que tengas una sesión de cierre. Así, podrás hacer una recapitulación de tus avances y herramientas adquiridas. Además, podrás tener esa sensación de haber cerrado y, en caso de tratarse de una pausa, quedarte más o menos en paz hasta decidir o poder retomar el proceso. Así, no tendrás que lidiar con el sentimiento de haber abandonado tu proceso y te sentirás con mayor confianza de retomar cuando necesites iniciar un nuevo proceso o retomar el pausado.
Incluso, si la madurez de tu proceso lo permite, podrás irte con algunas estrategias concretas y reconociendo las herramientas que tengas para acompañarte y seguir sanando después de terminado tu proceso o durante la pausa en tu proceso terapéutico.
Espero que estas sugerencias te sirvan y te den más y mejores ideas sobre cómo aprovechar tu proceso terapéutico.
Sanar puede requerir un gran esfuerzo, pero es algo que definitivamente mejorará tu calidad de vida en todos los sentidos.
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Más sabias, más sanas, más libres.
Soberania.
