Feminismo

El cuerpo como territorio para la recuperación de la soberanía

Históricamente, el cuerpo de la mujer es disputado por los grandes poderes e instituciones del patriarcado, como son: Las religiones, la ciencia, el poder médico, el Estado, la moral, los estándares de belleza, entre otros. Aunque pueden coincidir en gran medida, cada uno tiene su propio conjunto de conocimientos, postulados, mandatos e imposiciones para nosotras las mujeres. Y estos suelen obedecer a que se consiga nuestra sujeción para que se puedan cumplir sus intereses y objetivos, que rara o ninguna vez están a favor de que tengamos vidas de auténtico bienestar, pues el malestar de las mujeres es un grandioso negocio para muchas industrias (como las de la belleza, la medicina estética y de la salud, los insumos de gestión menstrual…), así como es una fuente inagotable de trabajo gratuito (para el Estado, las familias, la iglesia…).

Las instituciones y los poderes patriarcales abusan y lucran muchísimo a base de explotarnos y someternos. Y se disputan entre ellos el dominio completo sobre nosotras. Sin dejarnos espacio para la soberanía, la autonomía, el amor propio, el bienestar auténtico… y ni qué decir de tener un proyecto de vida propio. Esta es una lucha que vivieron nuestras ancestras, la vivimos nosotras y la viven también nuestras sobrinas e hijas. 

Vivir en un cuerpo en disputa es vivir con la inexacta pero certera noción de que cada figura de poder tiene voz y voto en nuestra existencia, excepto nosotras. Es vivir para cumplir con lo que el sistema y otras personas esperan de nosotras. Es vivir fuera de nosotras mismas, volcadas en el servicio-sumisión a los hombres y el sistema, pero sumidas dentro de un cuerpo que nunca nos pertenece ni conoceremos. 

Precisamente por esto, se vuelve fundamental que veamos de manera muy crítica las formas en las que nos enseñaron a pensar, sentir, percibir, usar y cuidar -o no- nuestro cuerpo. Asimismo, es de vital importancia que transformemos estas formas y construyamos unas nuevas, que sí estén orientadas a nuestra soberanía. Parafraseando a Carolina Ramírez -del proyecto Princesas Menstruantes-, podemos decir que para liberar la psique y experiencia de las mujeres, es indispensable emancipar también el cuerpo, ya que este es el sitio físico en el que enraiza y crece la opresión. Y es el sitio en el que se puede construir la soberanía.

Necesitamos entender nuestro cuerpo como territorio soberano, lo cual implica concebirlo como el espacio vital en el que somos y nos manifestamos; como la porción de materia que nos pertenece y a la que auténticamente pertenecemos; como el territorio material e inmaterial para la recuperación de la vida, salud y soberanía.  Para lograrlo, necesitamos transformar las narrativas sobre nuestro cuerpo, ciclos, etapas, menstruación, vínculos, afectos, productividad, descanso… necesitamos transformar la forma en que percibimos, pensamos, sentimos, comunicamos, experimentamos, significamos y vivimos todo quello que nos atraviesa el cuerpo. 

Si quieres comenzar o seguir transformando tu manera de entenderte y entender esta y otras cuestiones de la vida, contáctame aquí para concertar una cita e iniciar tu proceso terapéutico. Puede ser presencial o virtual. 

Más sabias, más sanas, más libres. 

Soberania

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *